1- Aspectos conceptuales.

Desde un punto de vista neuropsicológico se define la memoria como una función neurocognitiva que permite registrar, codificar, consolidar, retener, almacenar, recuperar y evocar la información previamente almacenada. Mientras que el aprendizaje es la capacidad para adquirir nueva información, la memoria es la capacidad para retener la información aprendida de modo que pueda ser evocada. De esta definición de memoria se desprende que existen multitud de procesos necesarios para que el funcionamiento de la memoria sea óptimo, así como también son necesarias varias estructuras neurales tanto corticales como subcorticales que fundamentan y sustentan esos procesos. En efecto, puesto que la memoria es una función supramodal, no unitaria, depende del funcionamiento integrado de numerosos circuitos que se localizan en distintas estructuras del sistema nervioso.

La memoria es un elemento fundamental del desarrollo cognoscitivo de la misma manera que lo son la percepción, la atención, el razonamiento o el lenguaje. No es fácil precisar la etapa en que se inicia el desarrollo de la memoria; se cree que, coincidiendo con el desarrollo del lenguaje, la memoria empieza a organizar y a almacenar datos para que puedan ser después recuperados. Percibir de manera selectiva, razonar, clasificar y en general avanzar hacia conceptos más complejos son procesos que se dan junto con la maduración del cerebro, y las bases neurales que la sustentan, y la iniciación de los procesos de memoria, como ocurre también con el desarrollo de los demás procesos cognoscitivos. 

La memoria se puede dividir en varias fases:

  1. Aprendizaje: Es la recepción, procesamiento y combinación de la información que recibimos
  2. Almacenamiento: Es la creación de un registro permanente de la información que recibimos
  3. Recuerdos: Es cuando utilizamos la información almacenada en el registro en respuesta a un estimulo (recordar)
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